Autorretrato: Guillermo Blanco

Revista Ya, El Mercurio
29 de abril de 1986
Por Luis Alberto Ganderats

Hay muchas maneras de conocerlo. O de haberlo conocido. Una es leer hoy, en la revista Hoy, su columna “Página en Blanco”, donde el humor lleva al apa un saco de críticas dolientes. Y eso se debe a que “me sobra apasionamiento”, como admitiera años atrás en una entrevista de Lillian Calm. También se le puede conocer leyendo un libro muy divertido, al menos para su época, titulado Revolución en Chile, que llevaba la firma ficticia de una gringa: Sillie Utternut. Pero la mejor manera de todas (para conocerlo) es abrir un libro inteligente, sentimental y nostálgico que él tituló Gracia y el forastero, luego llevado al cine.

Cumple 60 años el próximo 15 de agosto y ya Guillermo Blanco Martínez ha completado 50 escribiendo. Tenía sólo 9 años cuando en Talca hizo sus primeras poesías (“eran horribles”), y a los 12 ya era autor de obras satisfactorias:

“A esa edad escribí versos muy buenos y no tendría inconveniente que se incluyeran en mis obras completas si alguna vez valiera la pena publicarlas”, dijo en la entrevista citada.

Todavía bastante joven fue elegido miembro de la Academia Chilena de la Lengua, con más méritos que la mayoría, pues-hijo de españoles- ama la lengua española de una manera poco común, a ratos como el cirujano ama su profesión: le gusta hacer un corte fino y profundo para mirar las palabras por dentro, ver cómo palpita la vida en ellas, conocer su pasado genético. También suele convertirse en médico legista. No le hace asco a los cadáveres lingüísticos. A veces ellos gozan de buena salud, y sus crónicas se reviven con palabras que son un hallazgo, sin caer en la pedantería ni el amaneramiento.

Ocurre a veces que su apasionamiento le consume el humor, y si bien no yerra el blanco, Guillermo Blanco aparece en sus crónicas menos regocijante de lo que sus ex alumnos quisiéramos verle. Son páginas de cuero de diablo, expresión que dio el título a una de sus muchas obras premiadas.

Por sobre todo, novelista y cuentista, el entusiasmo le ha alcanzado también para el periodismo clase A, como corresponsal de Ercilla durante la guerra de Vietnam, como director de Programación de TVN en tiempos de Frei, como profesor fundador de la Escuela de Periodismo de la U. Católica de Chile, como subdirector del semanario La Voz y secretario de redacción de la revista Mapocho. Pero más que las jinetas, prefiere la vestimenta de francotirador. Y ese blancotirador tiene hoy miles de lectores ansiosos. (Ellos disfrutarán más que nadie con sus respuestas al “Autorretrato”).

¿Cuáles son las profesiones o actividades más distantes de su vocación?

Militar, futbolista, cantante de ópera.

¿Cuándo le domina un impulso irresistible de apagar la televisión?

Cuando alguien la enciende.

¿Qué cosas junta en su vanidoteca?

Pocas, pero huecas.

Describa sus vacaciones perfectas.

Recorriendo España con toda mi familia, en un bus manejado por mí.

Supongamos que se nos han perdido todas sus fotos. ¿Qué descripción física haría de usted para que nuestros lectores le identificaran sin dificultades?

Aprovecharía de despistar: rubio, elegante, ojos azules. Me encanta la vida privada.

¿Se ha sorprendido actuando bajo el influjo de alguna superstición?

Sí. Por ejemplo, evito el número 11.

¿Cuál fue su primerísima noción de cómo se engendran los hijos? ¿De quién la tuvo?

De un loro amigo de la cigüeña.

Áreas o situaciones en que ha debido luchar más duramente con la timidez.

Cuando fui profesor. Cuando fui alumno.

Defínase en una palabra.

Imposible.

Fuera de Chile, ¿dónde preferiría vivir?

En Talca.

¿Reforma a la que aspira?

Una Constitución democrática.

¿Personaje de televisión que menos tolera?

En general, los locuaces fundacionales.

¿Personaje de la televisión que más admira? ¿Por qué?

Hernest T. Holboken. Porque no existe.

Rasgo de carácter que le ha hecho a Ud. mayor daño.

La timidez, me atrevería a decir.

¿En qué condición su vida se haría casi intolerable?

¿Casi intolerable? Habría que progresar un poco.

¿Qué parte de su vida le gustaría repetirse?

La adolescencia.

¿El más español de sus rasgos?

La porfía, gracias a Dios.

¿Qué tipo físico de mujer se acerca más a su ideal de pareja?

Mi ideal de pareja no es un tipo físico: es una persona completa.

¿Qué haría si una mujer desnuda entrara imprevistamente al lugar donde usted se encuentra completamente solo?

Le preguntaría si no la aburre mortalmente “aparecérseles” a tantos entrevistados. Se me ocurre que está a punto de jubilar, la pobre.

La periodista Rosario Guzmán Errázuriz pregunto a E. Lafourcade de qué edad le gustaban sus pololas, y ese bandido respondió: “Pueden, incluso, tener 20 años, siempre que estén bien conservadas”. ¿Le gustaría preguntarle algo a uno de los dos?

Sí: ¿Qué hora será ayer?

Idealmente, ¿en qué cargo se sentiría Ud. empleado a fondo sus capacidades, satisfaciendo y colmando su entusiasmo?

Idealmente, en ningún cargo: escribiendo, solo.

¿Actitud femenina que le saca de quicio?

Las actitudes no tienen sexo.

 ¿Lo que detesta por sobre todas las cosas?

La estupidez. Imagínese.

De todas las cosas propias de la vida matrimonial, ¿cuál es la más difícil de llevar armónicamente en forma indefinida?

Las maletas.

Modelo humano que le atrajo en su juventud.

Sócrates. Hoy también.

Fome… pesado… tonto… presumido… Si tuviese que escoger uno de estos adjetivos para su descripción personal, ¿cuál le resultaría menos doloroso?

Fome. Además, es muy exacto.

¿El peor defecto que aceptaría confesar aquí?

Alguno que no tuviera.

¿Defectos notorios que usted advierte en la clase más alta de Chile? ¿Cualidades?

Mediocridad, siutiquería, egoísmo. ¿Cualidades? Decadencia.

¿Defectos más notorios que usted advierte en la clase media? ¿Cualidades?

Sangre de horchata.

¿Cosas de Chile que usted modificaría de inmediato?

El régimen. Tiene cada día más delgado al país.

¿Qué siente habitualmente en presencia de mendigos?

Indignación. Me acuerdo de Chicago.

Diga qué coincidencias significativas ha descubierto entre usted y las personas de su signo zodiacal, de acuerdo con la opinión de los enterados.

Ninguna. Napoleón era Leo, igual que yo.

¿Cómo cree usted que lo ve la empleada de su casa?

Abriendo los ojos.

¿Cosas que nunca ha hecho por temor al ridículo?

Cantar en público.

De acuerdo con sus aspiraciones, ¿qué nación de hoy satisface más a usted por su forma de organización social y económica?

Cualquier democracia.

Sin considerar a su encantadora familia, ¿cuál es la mayor satisfacción que ha tenido usted hasta hoy?

Escribir.

¿Comidas que no puede ver ni en pintura?

Ninguna: a pesar de ser hijo único, no ejerzo el derecho a esas mañas.

¿Cómo se clasificaría socialmente?

Nunca me clasificaría.

¿Aviso comercial que le saca de quicio?

La mayoría me deja “lona, lona, lona”.

¿Qué le disgustaría más que se dijera de usted?

Que soy desleal.

¿Situaciones que le producen ansiedad?

Los abusos, los actos irracionales, la prepotencia. ¿Va viendo el lío?

¿Cuál es, para usted, el colmo de la idiotez?

Si lo digo, sería otra de sus víctimas.

¿Suele hablar cuando nadie le ve y escucha?

Sí, pero en voz baja para no oírme.

¿Lo que menos le gusta de usted?

La irritabilidad.

¿Lo que más le gusta de usted?

Sujetarla.

¿Cuántos son sus amigos?

Si los contara, ya no sería amigo de ellos.

¿Qué prefiere que hagan con su cuerpo después de muerto?

Me importa un rábano.

¿Se deja tentar a veces por alguna frivolidad?

Sí. Saco crucigramas, hablo disparates, a veces contesto entrevistas.

¿De qué fobia o temor infantil no logra liberarse?

Del horror a la injusticia. Y no quisiera perderla.

¿Qué necesita para ser feliz?

Libertad. Me caería estupendo.

¿Cómo es su relación con la angustia y la culpa?

Intensa, muy fuerte. Me crié con un sentido casi físico de “estar en pecado”. Educa mucho. Y me enseñaron a que me importaran las cosas y las personas, de modo que la angustia es compañera de viaje.

¿Qué es para usted una persona culta?

La que no depende de sus conocimientos para ser sabia.

¿Para qué tipo de juegos aún se deja tiempo?

Leer los diarios.

Dígamelo en voz baja: ¿Qué cosa de los jefes desatan en Ud. un furor incontenible?

Siempre logro contenerme, por suerte.

¿Frente a qué tipo de personas usted prefiere guardar silencio, pues no sabe qué decir ni qué hacer?

A los fanáticos. Tienen alma de frontón: todo les rebota.