El escritor y periodista chileno Guillermo Blanco Martínez nació en Talca el 15 de agosto de 1926. Hijo único de Guillermo Blanco Medina y Vicenta Martínez Martín, emigró a Santiago junto a sus padres a los ocho años de edad. Los años de su infancia viviendo en Talca influyeron fuertemente en su obra narrativa, lo que se puede apreciar en cuentos como Adiós a Ruibarbo y La Espera, y en novelas como En Jauja la Megistrú, entre otros.

Una vez en Santiago, estudió en el Instituto de Humanidades Luis Campino. Ya esos años, escribía versos, estimulado principalmente por su madre y su profesor de castellano. Egresó del colegio en 1942 y entró a estudiar Arquitectura en la Universidad Católica.

Tras abandonar la universidad, trabajó por cerca de una década en la Compañía Salitrera Anglo-Lautaro. Durante ese período comenzó a escribir cuentos y junto a un grupo de ex compañeros del servicio militar, fundó la revista Amargo, que alcanzó a tener 12 números, entre 1946 y 1948. En esta revista, Guillermo Blanco publicó sus primeros cuentos.

En 1951 se casó con Lucía Cristi Taulis, con la cual tuvieron cuatro hijos, Mónica, Jaime, Rosa María y María del Pilar.

Mientras trabajaba en la compañía salitrera participó en concursos literarios, gracias a lo cual obtuvo sus primeras publicaciones. En 1954, su cuento Pesadilla fue seleccionado en la Antología del nuevo cuento chileno. En 1956 ganó el concurso nacional del diario El Mercurio con su cuento Adiós a Ruibarbo y obtuvo el premio único en el Concurso Nacional de Cuentos Oscar Castro que significó la publicación de su primer libro, Solo un hombre y el mar, en 1957. Posteriormente se editó su novela breve Misa de réquiem, que obtuvo el premio Alerce.

En 1964, apareció Gracia y el forastero, novela que tuvo guardada por siete años antes de publicarla, y que se continúa editando año tras año, superando el millón de ejemplares vendidos en los primeros años de 2000. A esta novela le siguió Cuero de diablo, una colección de relatos donde aparece El Negro, un bandido que se convirtió en uno de sus personajes más recordados.

También en la década de los 60 realizó diversas actividades ligadas al periodismo. Fue redactor de la revista Finis Terrae, perteneciente a la Universidad Católica, columnista del diario El Sur de Concepción, colaboró con la revista Mensaje, de la cual fue además miembro consultivo, director de la revista Rumbos y trabajó en el diario La Voz, donde llegó a ser subdirector. En esa misma época comenzó a hacer clases de periodismo en la Universidad Católica, en las asignaturas de Redacción Periodística, Periodismo Interpretativo y Entrevista, labor que continuó hasta 1976. En esa misma universidad fue Vicerrector de Comunicaciones.

A mediados de los 60 comenzó a trabajar en la revista Ercilla donde publicó su influyente columna La vida simplemente. En el año 1969 fue invitado junto a un grupo de periodistas latinoamericanos “a observar la realidad” de la guerra de Vietnam. El testimonio de esa experiencia fue publicado por la revista Ercilla y parte de ella se encuentra en su libro Recuerdos no siempre cuerdos.

En 1969, participó en el equipo fundador de Televisión Nacional de Chile, de la que fue Director de Programación. En 1973, fue nombrado miembro de la Academia Chilena de la Lengua y miembro de número de la Real Academia Española.

Con la llegada de la dictadura, en 1973, dejó de publicar literatura de ficción, a excepción de su novela Dulces chilenos, editada en España en 1977, y que solo apareció en Chile en 1993. Su principal labor en esos años se desarrolló en la revista Hoy, donde fue parte de su equipo fundador, columnista a través de su Página en Blanco y Editor Cultural.

En 1989 publica la novela, Camisa limpia, basada en la vida de Francisco Maldonado da Silva, médico judío que vivió en Concepción en la época de la Colonia y que fue encarcelado por la Inquisición. En la misma línea del recate histórico, ese mismo año publicó Vecina amable, novela cuyo personaje central es la Virgen María.

Tras el regreso de la democracia, en 1990, trabajó como profesor de Redacción Periodística, Actualidad Nacional y Estilos Narrativos en la Universidad Diego Portales, hasta el año 2003. En esos años fue miembro del Consejo Nacional de Televisión y presidente del Consejo Nacional del Libro y la Lectura.

En 1992, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España lo becó para investigar, en Salamanca, los últimos años de Miguel de Unamuno. Resultado de ese trabajo fue la publicación el año 2003 de El león sin sus gafas.

En 1999 fue reconocido con el Premio Nacional de Periodismo por su “amplia y respetada trayectoria” y por haber sido reconocido por muchas generaciones como “un maestro de periodistas”.

Al año siguiente integró la Mesa de Diálogo, que buscaba establecer la verdad respecto de las violaciones a los derechos humanos ocurridos en dictadura. 

Posteriormente, en 2006, fue nombrado Hijo Ilustre de Talca, y condecorado ese mismo año con la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral, por el Ministerio de Educación. Unos años después se le entregó la Encomienda de la Orden de Isabel La Católica, otorgada por el Rey de España “en reconocimiento a su vasta trayectoria literaria y periodística muy vinculada con las letras españolas”. Igualmente, se le otorgó la ciudadanía española por la vinculación de su obra con la cultura de ese país.

Guillermo Blanco murió el 25 de agosto de 2010, a los 84 años de edad.

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